Este mes de julio, para nosotros AQUÍ ha comenzado con la Solemnidad de la Preciosísima Sangre del Señor, con la celebración y apertura del Centenario de la Basílica actual (1/7/2024), que custodia la Roca en la que el Señor sudó su Sangre divina por nuestra Salvación. Además sabemos que el mes de julio está especialmente dedicado a la devoción a la Preciosísima Sangre de Jesús por la Carta apostólica del Papa Juan XXIII, que dio un nuevo impulso y vigor a esta devoción presente desde siempre en el corazón de la Iglesia (1).
Si lo pensamos, también hoy esta divina liturgia asume una importancia fundamental que no logramos sostener, ¡si no solo en parte! Quisiéramos reflexionar sobre este gran misterio desde este Jardín. Hay un pasaje del profeta Jeremías que quizá nos pueda ser de ayuda, don y luz, esperemos, para nuestra vida, para la Iglesia.
Es el pasaje en el que se invita al profeta a bajar al taller del alfarero y observar cómo el artesano moldea la arcilla, a su gusto. Si la vasija no es según su voluntad, amasa la vasija de nuevo para que se forme de acuerdo con su deseo. Incluso aquellos que no son tan expertos, están de acuerdo en que así debe ser. ¡No hay manera de que el jarrón le diga al alfarero cómo y qué debe hacer para realizar su obra de arte! Todo está claro y dado por sentado. ¡Un poco menos cuando sucede en nuestras vidas! Más allá de nuestro estar de acuerdo o no, así sucede en nuestra realidad material y del mismo modo ha sucedido y sucede en la realidad espiritual.
La profecía dice: "He aquí que, como la arcilla está en manos del alfarero, así estáis en mis manos, casa de Israel" (Jer 18, 6b).
Hemos dicho: "de la misma manera sucedió y sucede …”. Se ha cumplido con el Misterio de la Redención, y AQUÍ en parte, el Hijo de Dios, siendo verdadero hombre, ha entrado en nuestra realidad humana, y con confiado abandono, haciéndose "vasija" disponible al "Alfarero", con ternura y fuerza, con deseo respetuoso e inmenso amor, con su ofrenda y su sudor de Sangre, ¡ha querido plasmar nuevamente "el vaso-hombre sacado de la tierra", según la mano y la voluntad del Padre! Este misterio es sublime: el Creador se hace Criatura, para que el hombre, cumbre de la creación, pueda recibir del Hijo de Dios la medicina vital que le sana y le hace vivir, ¡su Preciosísima Sangre! Y esto es querido por Dios... un gran y conmovedor misterio para nosotros: ¡una nueva creación!
En nuestra oración con Él contemplamos su modo de hacer, su acción divina en nuestra humanidad, para encontrarnos abriendo los ojos y descubriendo que nosotros, pequeños bebés y "hijos plasmados", somos forma del Creador, creados "a su imagen y semejanza" (Gén 1, 26-27).
¡Podemos agradecerle, alabarle e implorar esta acción divina sobre toda la humanidad necesitada de paz, que necesita el toque sanador de su mano, nosotros que somos "sangre de su Sangre, carne de su Carne"! María Santísima interceda por todos nosotros.
Feliz oración.
Desde el Jardín del Señor.
(1). Roma, en San Pedro, el 30 de junio de 1960, víspera de la Fiesta de la Preciosísima Sangre de NSJ, segundo año de Nuestro Pontificado.