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    ¡Escuchamos la
    voz del Inocente!

     ¡Escuchamos la voz del Inocente!                                                                                                                                                                              

    Estimadas amigas, estimados amigos, 

    Como nos cuenta el evangelista Lucas, María y José tuvieron que ir a Belén para el censo. Como no había sitio para ellos en ningún albergue, tuvieron que adaptarse y encontraron cobijo en una gruta, de las que usaban los pastores. Así tienen un poco de privacidad y María puede dar a luz al niño Jesús, que, envuelto en pañales, es depositado en el pesebre (cf. Lc 2). Parece casi una profecía el hecho de que este niño que se ha hecho grande se convertirá en nuestro alimento, pero también el hecho de que este niño que se ha hecho grande volverá a ser envuelto apresuradamente en pañales y luego en una sábana y colocado en otra gruta muy distinta, la del sepulcro. 

    Aunque la historia de la Navidad y la descripción de las imágenes que se hacen del pesebre nos inspiran dulzura y un sentido poético, cuando Jesús nació la realidad era muy difícil. Roma dominaba con la fuerza en todo el mundo mediterráneo. En Judea, pequeño satélite del gran imperio, reinaba Herodes. Un rey tan apegado al poder que llegó a eliminar a sus propios hijos para no tener rivales. Un rey que teme a un niño recién nacido, porque las profecías lo señalan como posible rey y mesías. Un rey que llega a realizar una matanza preventiva, mandando matar a todos los niños de la zona de Belén menores de dos años (Mt 2,16), para evitar el riesgo de que alguno de ellos, una vez crecido, le arrebate su poder y su reino. 

    En esta Navidad, todavía oscurecida por las tinieblas del odio y de la guerra, todavía infectada por el virus de la indiferencia humana, todavía enrojecida por la sangre de demasiados inocentes asesinados, nos arrodillamos ante el pesebre en el que María depositó al niño Jesús, y recogemos la invitación dirigida por el Papa Francisco al mundo entero la pasada Navidad: “decir sí” al Príncipe de la Paz significa decir “no” a la guerra, y con valentía: decir “no” a la guerra, a cada guerra, a la lógica misma de la guerra, viaje sin meta, derrota sin vencedor, locura sin excusa...». 

    Desde la cuna, el Niño nos pide que seamos la voz de quien no tiene voz: la voz de los inocentes» (Mensaje Urbi et Orbi, 25/12/2023). 

    No lo olvidemos en el momento en el cual nos estrechamos las manos e intercambiamos recíprocamente los buenos deseos. 

    Feliz Navidad desde Belén.


    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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