LA PAZ EN EL MUNDO COMIENZA CON NOSOTROS
Queridos amigos de Getsemaní, ¡el Señor os conceda su paz!
Los medios de comunicación, en este tiempo, usan la típica narrativa dramática y sensacionalista, emocional, creando inevitablemente una perspectiva a veces imprecisa, confusa y parcial. Nuestra situación se está complicando aún más, especialmente ahora en el norte. Hay cosas y acontecimientos que superan nuestra comprensión. ¡En cada guerra todos somos perdedores! Nos damos cuenta de que hay una guerra que hace ruido, y hay otra más silenciosa, más peligrosa y venenosa que, cuando entra en el corazón, lleva a la sospecha, al prejuicio, al miedo hacia los que viven a nuestro lado. No hay respuestas fáciles a situaciones complejas, requieren tiempo, profundización; no podemos tener una mirada ingenua sobre la realidad que vivimos. Sabemos, en lo más íntimo, que el mal se está desatando y quiere desfigurarnos a todos nosotros, ¡hijos de Dios! Deberíamos tener cada vez más una mirada de fe y leer, entre las tramas de la historia, ¡quiénes son los verdaderos actores! "La respuesta de Dios al sufrimiento humano que estamos viviendo es el Señor Jesús en Getsemaní, es su Presencia". Desarmante es la afirmación de nuestros cristianos de Gaza que, en la visita del Patriarca, el Cardenal P. Pizzaballa, de una manera sencilla y no organizada, dieron este hermoso testimonio: "¡Nosotros no tenemos odio en la sangre!".
Heridos, sin nada, encerrados en espacios delimitados, pero con un corazón libre! ¡Conmovedor y desarmante!
En concordancia con esta humanidad herida, nosotros, hijos de Francisco, el pasado 17 de septiembre, hicimos memoria del 800 aniversario del don de los estigmas de san Francisco, recibidos como "sello del Altísimo" en La Verna (Arezzo-Italia). La vida de Francisco fue el testimonio de un hombre de paz, y representa aún hoy, para todos nosotros, una gran provocación: de incomprendido por sus propios hermanos a consolado y comprendido por Dios; de confundido y perdido, a "fundido" y encontrado por Dios. Un continuo paso: de ser herido por el hombre a ser "herido" por el Amor. La divinidad de Dios ha entrado en su carne y su carne está unida, ya ahora, con el Eterno: ¡el Verbo de Dios, Jesucristo! Este misterio, a través de su experiencia, se presenta y llega hasta nosotros hoy en día, nos provoca e interpela. Una fe vivida en el cuerpo: ¡800 años! También nosotros somos de la misma carne que san Francisco y santa Clara, ¡y el Señor es el mismo que habló a estos santos! Su fe, y la nuestra, concretamente, convergen hacia el mismo rostro que nos ha amado inmensamente: ¡Jesucristo!
Si Dios quiere, habrá una pequeña delegación de los frailes de la Toscana que llevarán con ellos la reliquia de la sangre de San Francisco estigmatizado y reconocerán, una vez más, los lugares en los que nacimos, la Roca de nuestra salvación. Pidamos también nosotros al Señor que podamos participar en este misterio de amor, dando nuestra disponibilidad a ser hombres y mujeres de paz, habitados por la paz, ¡'habitados' por Cristo! Cuánto desearíamos que hubiera esta paz en todo el mundo... El mundo, nosotros no podemos cambiarlo, pero con la gracia de Dios, con mucha fe y constancia podemos cambiar nosotros primero.
Si Dios quiere, la visita de la Reliquia de la sangre de san Francisco se transmitirá por streaming (ver la web del ‘Christian Media Center’).
Unidos en la oración por la paz, pedimos con insistencia este don al Señor, por intercesión de la Reina de la Paz.
Que el Señor os bendiga