YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA (Jn 14,6)
¡El Señor os conceda su paz! ¡También nosotros desde este jardín invocamos su paz!
En este mes de junio os invitamos a uniros a nosotros en esta intención de oración. O mejor, deberíamos decir con más verdad que nuestra pequeña oración y ofrenda se une a la oración y ofrenda que Jesús elevó al Padre desde este lugar santo. Diferentes escenarios de guerras y desastres naturales traen con ellos efectos devastadores fuera y dentro de nosotros, como desconfianza, desconcierto, gran sufrimiento. Podrían asustarnos y desanimarnos en nuestra pequeña ofrenda y lucha, pero debemos tener esperanza: ¡el Señor luchó y venció al maligno! Lo afirma el Señor mismo a sus Discípulos y nos lo repite también a nosotros hoy: "Os he dicho esto para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulaciones, pero tened valor: ¡yo he vencido al mundo!" (Jn 16,33). Es en Él en quien podemos confiar y en Él debemos entregar nuestras fatigas, sabiendo que el Señor recoge todos nuestros sufrimientos, miedos y debilidades para curarlos. Nuestra humanidad está herida … en la confianza en los demás, en el hombre de hoy, en la verdad relativizada, en la fe que parece reducida a interpretaciones y devociones personales. Relativismo, individualismo, son argumentos que también el Papa Ratzinger en varias ocasiones 'profetizó' (cf. Benedicto XVI, Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos. Una conversación con Peter Seewald, Ciudad del Vaticano, Libr. Ed. Vaticana, 2010).
En definitiva, no hace falta ser ningún experto para comprender que estamos dentro de un sufrimiento silencioso que grita ante Dios, sobre todo el sufrimiento del justo. El cardenal Pizzaballa, en uno de sus discursos ha escrito: "La respuesta de Dios a la pregunta sobre el porqué del sufrimiento del justo no es una explicación, sino una presencia. Es Cristo en la cruz". ('Carta a toda la Diócesis', 24 de octubre de 2023, del Card. Pierbattista Pizzaballa, Patriarca de los latinos en Jerusalén). ¡Volvamos a esta presencia del Señor, invoquemos su nombre! Nos parece que AQUÍ en Getsemaní la presencia del Señor en la lucha, en la oscuridad, y en la voluntad de cumplir la voluntad del Padre son las luces que orientan nuestra oración. ¡Él es nuestra luz, es nuestro camino, es nuestro 'alimento'! ¡Tenemos 'hambre' de justicia, de confianza, de verdad, entre nosotros y en Él, incluso cuando no logramos entenderlo todo!
María Santísima interceda por nosotros ante el Hijo, para que el Rey del universo y Rey de nuestras almas extienda su poderosa mano para aplacar el mal y nos conceda la Paz divina, la suya.
