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    NADA ES IMPOSIBLE PARA DIOS

    Queridos amigos de Getsemaní, ¡que el Señor os conceda su paz! 

    No nos cansamos de implorar la paz a Dios, paz no solo por este tiempo tan inquieto e inseguro, sino la paz que viene del contacto concreto y espiritual con el Señor, Creador del hombre y de la historia. En este sentido estamos invitados a dirigirnos a Él, interceder en nombre también de quien no quiere escuchar hablar de Dios, engañándose para encontrar la alegría en las cosas que pasan. Últimamente he dado un retiro sobre el tema de la esperanza; no podía hablar de la esperanza sin pedir ayuda a los 'gigantes', y me encontré leyendo la Encíclica Spe Salvi, del Papa Benedicto XVI. ¡En las diversas reflexiones de amplio alcance, hacia el final presenta la persona de María Santísima como Madre de la Esperanza! Él, como gran pastor enamorado, en un coloquio-oración con la Virgen María recorre toda su vida y en el momento de la prueba bajo la cruz afirma: 

    “Así has visto el poder creciente de la hostilidad y el rechazo que progresivamente fue creándose en torno a Jesús hasta la hora de la cruz, en la que viste morir como un fracasado, expuesto al escarnio, entre los delincuentes, al Salvador del mundo, el heredero de David, el Hijo de Dios. Recibiste entonces la palabra: « Mujer, ahí tienes a tu hijo » (Jn 19,26). Desde la cruz recibiste una nueva misión. A partir de la cruz te convertiste en madre de una manera nueva: madre de todos los que quieren creer en tu Hijo Jesús y seguirlo. La espada del dolor traspasó tu corazón. ¿Había muerto la esperanza? ¿Se había quedado el mundo definitivamente sin luz, la vida sin meta? Probablemente habrás escuchado de nuevo en tu interior en aquella hora la palabra del ángel, con la cual respondió a tu temor en el momento de la anunciación: « No temas, María » (Lc 1,30). ¡Cuántas veces el Señor, tu Hijo, dijo lo mismo a sus discípulos: no temáis! En la noche del Gólgota, oíste una vez más estas palabras en tu corazón. A sus discípulos, antes de la hora de la traición, Él les dijo: « Tened valor: Yo he vencido al mundo » (Jn 16,33). « No tiemble vuestro corazón ni se acobarde » (Jn 14,27). « No temas, María ». En la hora de Nazaret el ángel también te dijo: « Su reino no tendrá fin » (Lc 1,33). ¿Acaso había terminado antes de empezar? No, junto a la cruz, según las palabras de Jesús mismo, te convertiste en madre de los creyentes. Con esta fe, que en la oscuridad del Sábado Santo fue también certeza de la esperanza, te has ido a encontrar con la mañana de Pascua. La alegría de la resurrección ha conmovido tu corazón y te ha unido de modo nuevo a los discípulos, destinados a convertirse en familia de Jesús mediante la fe” 
    (Spe Salvi, n. 50, Papa Benedicto XVI). 

    Por eso, me parece oportuna y evidente la invitación que el Señor nos hace a cada uno de nosotros hoy: que seamos memoria viva de la Palabra de Dios, en las diversas circunstancias en que cada uno de nosotros vive. Que en la lucha, en el dolor, podamos repetir en nuestro corazón: "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37). El Redentor es toda nuestra esperanza. Tiene por límites los confines de su amor. Ahora, su amor no tiene confín... Que la esperanza resuene siempre en nuestra alma como una campana que llama de forma irresistible atrayendo las gracias divinas. Oremos para que siga habiendo pastores que nos ayuden a ser cada vez más creyentes y personas de esperanza en esta humanidad tan necesitada de Dios, aunque lo rechace. ¡Oremos sin cansarnos a la Madre de la Esperanza, María Santísima! 

    ¡Que el Señor os bendiga! 
    Buen comienzo de Cuaresma

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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