El Señor os conceda su paz, queridos amigos de Getsemaní.
En este mes recién iniciado, deseamos compartir con vosotros dos luces con la esperanza de que puedan ayudarnos a amar a Jesús "el Amor no amado" (san Francisco).
La primera: mirando el Santísimo Sacramento estamos ante el Cordero de Dios, el Cordero inmolado (Jn 1,29.36), el "Pan de los ángeles que se adapta al gusto de los que lo comen" (cfr Sab 16,20-21) ¡Es la Víctima de expiación, es el que se ha entregado y sigue entregándose hasta el fin del mundo! Es el sacrificio de parte de Dios que nos habla del Amor desmedido del Padre hacia toda la humanidad. El Señor Jesús nos testimonia aún que es divinamente hermoso hacer felices a los hijos alimentándolos con el pan bueno; también nosotros podemos ser y actuar así. En el permanecer en silencio, ante el gran Soberano, agradezcámosle y pidamos crecer en la confianza en Él para poder ser partícipes de este gran misterio y poder testimoniarlo en nuestra cotidianeidad... si hace falta también con las palabras, diría san Francisco.
La segunda: en este mes contemplamos a la persona de la Santísima Virgen María elevada al Cielo en alma y cuerpo.
Todo es gracia y todo proviene de la iniciativa divina de hacernos partícipes de la vida celestial, que es mucho más real que la realidad presente, porque es eterna. Contemplando al Hijo contemplamos también la disponibilidad de María Santísima y su participación en el misterio de la Redención, proclamada "Reina del Cielo y de la Tierra: aquí en el tiempo y en la eternidad. Gracias al "Sí" (fiat voluntas tua) de María, el Padre no ha dejado de repetir su "Sí"... ¡eternamente! ¡Meditemos sobre su intercesión, sobre su sostenernos de la mano, sobre su materna guía que nos conduce al cielo ¡a través del Hijo, en Dios Padre, en el Espíritu, en el Amor infinito!
También en nuestra pequeña cita de la Hora Santa intentamos contemplar este Misterio de Dios hecho carne, presente aquí ante nosotros, "tangible" a nuestros sentidos y a nuestros ojos. Que sea nuestra oración, nuestra vida, la sonrisa confiada de los hijos que se convierte en suave perfume de incienso agradable a Él. Alabémosle siempre y pidamos al Príncipe de la paz, por intercesión de María Stma. el don de personas capaces de tejer en nuestra historia senderos de paz y amor. También en nuestra pequeña cita de la Hora Santa intentamos contemplar este Misterio de Dios.
El Señor os bendiga
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.