En nuestra cita mensual, la
última vez compartimos esta luz: "Aquí el Señor no ha 'sufrido' la
voluntad del Padre, sino que la ha elegido, la ha hecho suya... ¡El Hijo del
Hombre se ha hecho uno con la voluntad del Padre!" (Lc 22, 42). Podemos
afirmar con certeza que para Jesucristo, cumplir la voluntad del Padre es
comparable a la "clave de sol" que se pone al inicio de la partitura
para dar la entonación justa al canto
que la sigue. De hecho, en todo el Evangelio, el Señor habla de esta vocación,
me atrevo a decir, universal: hacer la voluntad de Dios! Reclamo vuestra
atención sobre ESTE jardín: el contexto en el que el Señor ELIGE la voluntad
del Padre tiene una tonalidad única, se está realizando el acto redentor,
es el Hijo del Dios vivo que 'escribe' en la historia con caracteres de una
tinta indeleble, su Divina Sangre. Si esta acción divina, que sucedió por cada
uno de nosotros, a través del "Sí" del Hijo de Dios, es de capital importancia,
también lo es la petición que el Señor hace a los discípulos de ayer y de hoy:
"¡Quedaos aquí conmigo! (...) Velad y orad" (Mt 26, 38.41).
Esta simple apreciación nos ayuda a reforzar y a vigilar más la petición de
Jesús, que en este momento de gran prueba para la humanidad, desea tener junto
a él personas que vivan como él vivió: cumpliendo la voluntad del Padre.
También nosotros, hijos en el Hijo, podemos convertirnos en ángeles
vestidos de carne, que consuelan al Señor con su presencia orante. No basta con
decir que los tiempos de prueba son difíciles y que nuestra sociedad está en medio
de una gran confusión…..
Oremos intensamente, conscientes de que sólo así consolamos y
ayudamos al Señor a redimir el mundo. San Francisco de Asís, mensajero de la
paz, interceda por nosotros.
Sed bendecidos.
Desde el Jardín del Señor
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.