Nuestra oración de este mes se enriquece con el camino cuaresmal que nos conducirá a la Luz resplandeciente de la Pascua de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Cuánto, cuánto nos ama!
Me gustaría compartir con vosotros una intención para nuestra oración durante este tiempo: mirar la oscuridad con la Luz (la mirada) del Señor. En primer lugar, podemos percibir esto: si escuchamos bien la Palabra y la santa liturgia, hay muchas referencias a la Luz, al resplandor del Señor, a su gloria, que tendrá cumplimiento aquí en Jerusalén. Se podría decir que estos lugares que contemplamos a diario desde este jardín contienen el depósito de la “Luz” del cumplimiento… el Cenáculo, AQUÍ, Getsemaní, el Gallicantu, la Flagelación, la Vía dolorosa, el Calvario y la Resurrección son como las “ventanas” de la gracia a través de las cuales todavía recibimos la Luz divina que el Señor Jesús, con su paso, ¡nos ha dejado en el misterio de la Redención! Una segunda observación: se habla de la Luz de la Resurrección… pero el Señor pasa ‘hundiéndose’ en la oscuridad… AQUÍ mismo, en Getsemaní, Él entra en la noche de cada hombre, passado, presente y futuro… entra en la historia de una vez para siempre ¡y la hace sagrada! Contemplemos los lugares del cumplimiento de su hora… en la que Él mismo, el Señor, una vez más nos mira con ternura e intensidad… diciéndonos: “Mi alma está triste hasta el punto de morir, ¡quedaos aquí conmigo! Velad” (cfr Mc 14,34). Oremos juntos para poder gustar y acoger en nosotros el misterio de su Pascua, el precio de nuestra salvación.
