Queridos amigos de Getsemaní, ¡paz a vosotros desde Jerusalén! La palabra que se nos ha dado en estos días ilumina con poder nuestro camino de discípulos, el momento que estamos viviendo y el lugar en el cual nos encontramos, física y espiritualmente. La página del Génesis (18, 20-32) nos cuenta la intercesión de Abrahán con Dios para evitar el castigo que tenía intención de infligir a Sodoma y Gomorra. El diálogo revela de nuevo el rostro misericordioso y justo del Señor, que se apiada y promete salvar a los pocos justos que se encuentren en las pecaminosas ciudades. Todos sabemos que al final las ciudades serán destruidas debido a la degradación y la perversidad de los hombres, excepto Lot y su familia. (Gen 19, 29). La misericordia y la justicia de Dios, AQUÍ en Getsemaní, están personificadas en el Hijo Unigénito, pero con algunas diferencias absolutas. En aquel “Sí” de entrega y conformidad con la voluntad del Padre (“que no se haga mi voluntad sino la tuya” Lc 22, 42) se cumple un místico intercambio, en una inversión de roles: Jesús (¡el único Justo y Dios!) se convierte en la Mediación para la Salvación de toda la humanidad (¡multitud de pecadores!). La “catástrofe” de Dios ya no se vuelve más hacia el hombre indigno… sino que Dios mismo, en Jesús, se entrega en su inmenso amor por nosotros, se ofrece como Cordero inmolado de expiación (Ap 5, 8-14), para que todos los hombres puedan conocer el perdón y cuánto les ama realmente Dios. Lo que sella este evento de forma permanente y absoluta es que este "intercambio" es deseado y decidido por Dios y no por el hombre: "¿Era necesario que el Cristo soportara este sufrimiento para entrar en su gloria?" Lc 24, 26). Nosotros, pequeños humanos, no podemos, por más inteligentes que seamos, percibir los confines de ¡este acontecimiento de GRACIA!Es todavía el tiempo de la Misericordia… debemos decirlo y anunciarlo también a este nuestro mundo, que parece ¡despreciar a Dios! No dejemos que el amor del Señor se vuelva infructuoso, sino colaboremos con nuestra oración y en las ocasiones que el Señor nos dé para hacer nuestra pequeña ofrenda... el Señor nos recompensará.
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.