Amadísimos hermanos amados del Señor, paz a vosotros desde el lugar preferido de Jesús.
Como podéis intuir por la foto, estamos recogiendo la aceituna en este jardín. Con asombro vivimos un clima de familiaridad y acogemos el calor tenue del sol en este tiempo otoñal. Es muy bonito ensuciarse las manos con las aceitunas, oler el perfume particular, intenso y dulce del que se han impregnado las telas con las que se recoge. Aún más curiosa es la recopilación sobre el árbol: se va a la búsqueda de las aceitunas más lejanas… con el deseo de que nada se pierda. Si hacemos una lectura sabia también de este nuestro "hacer" descubrimos cómo el Señor nos reúne, nos busca y desea ¡que ninguno de nosotros se pierda! ?Así en nuestra vida, en nuestro "hacer-actuar-arriesgar", a menudo pensamos que somos los artífices de los frutos que recogemos pero, en realidad, nos beneficiamos del don de Dios que, silenciosamente y con dulzura, nos manifiesta cómo Él actúa, hace y ¡se la juega por nosotros! En nuestro camino cotidiano contemplamos este dulce y profundo misterio de Dios. Acojamos y demos gracias por esta Presencia que se comunica (¡Eucaristía!)… Misterio que nos parece más bello cuando lo expresamos con una poesía, un canto o una silenciosa sonrisa de enamorados.
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.