Este mes queremos orar con vosotros sobre una característica única de la Tierra Santa. Cuando visitamos y rezamos en los santos lugares, todos nosotros experimentamos una sensación especial que nos lleva a pensar con una maravillosa dulzura: "¡AQUÍ hemos nacido!". Esta es la unicidad de la Tierra Santa, quinto Evangelio, que se expresa también verbalmente en la liturgia, añadiendo este adverbio de lugar "HIC" (del latín: "aquí"). Sucede aquí en Getsemaní una cosa particularísima, es Jesús mismo quien pronuncia este "HIC": "Sustinéte hic et vigiláte mecum" (Mt 26, 38; cf. Mc14, 34). Este "HIC" pues está lleno de significado teológico, revela el misterio de la Encarnación del Señor hasta el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección: '¡cuánto nos has amado, Señor!'.
Todos nosotros, como san Francisco en Greccio, necesitamos ver y tocar este amor que "AQUÍ" no se consume. Aquí el Señor oró al Padre; aquí pidió nuestra oración y cercanía; aquí entró en lucha; aquí sudó su preciosísima Sangre; aquí pronunció el Sí que nos redime; aquí se dejó encontrar; aquí se dejó besar por el traidor; aquí el Hijo de Dios se entregó al hombre de todos los tiempos. Este amor es la zarza ardiente que no se consume… es Cristo, verdadero Dios que, aunque habita nuestra humanidad (verdadero hombre), no la consume.
En vuestra oración, en comunión con nosotros, cerrad los ojos y venid AQUÍ a 'ver' y 'palpar' ¡el Amor que nos salva!
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.