"En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor se convirtió como en gotas de sangre que caían en tierra" (Lucas 22, 44).
El 1 de julio, AQUÍ, en nuestra Basílica de Getsemaní es la Solemnidad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. La Sagrada Escritura, desde el Génesis al Apocalipsis, hace muchas referencias a la sangre, en la que Dios, el Creador y autor de la vida, está plenamente involucrado y presente. Nuestra oración, en este mes de julio, se concentra aún más sobre la Roca que ha acogido las gotas de la Preciosísima Sangre del Señor AQUÍ caídas. Es la sangre de Dios hecho carne, la sangre de la Alianza, la sangre del Cordero inocente entregado por nosotros. Si por el 'derramamiento' de la sangre de Abel, el hombre se aleja del designio de Dios, por el 'derramamiento' de la sangre del Cordero inocente la humanidad es redimida y llevada de nuevo a casa. Miramos con los ojos de la fe cada gota de sangre que aún hoy cae en tierra y alcanza y es recogida por el Señor. En el pasado, en el presente, en el silencio o en el estruendo, cuánta vida inocente es entregada con sangre y se une al sacrificio redentor de Cristo! Con plena conciencia o en un rápido y brusco instante, llega hasta el Eterno, que conoce todo y lo acoge en su infinita sabiduría, que supera nuestro limitada mente… nada se pierde! Oremos, agradezcamos, alabemos, reparemos e intercedamos ante el Señor, que incesantemente se inclina hacia nosotros, enjuga cada lágrima y recoge cada gota de sangre derramada.
