En estos nuevos días del año estamos todavía inmersos en el Misterio de la Navidad… el Señor se ha acercado a nuestra humanidad una vez para siempre. ¡El Misterio es verdaderamente grande! Celebrando la santa Misa meditaba sobre este deseo de Dios de venir a habitar en medio de nosotros: “El Verbo se hizo Carne”, afirma el Evangelio (Jn 1,14). Junto con vosotros me pregunto: “¿Dónde sigue ocurriendo todo esto?” La respuesta que he encontrado es conmovedora, llena de misterio y maravillosa: en la Eucaristía… En las palabras de la Consagración del pan y el vino sigue sucediendo ESE Misterio que excede nuestra capacidad de comprensión… en todo. Es el mismo pequeño Bebé de Belén, es el mismo Señor que AQUÍ en Getsemaní se entregó a sí mismo por nosotros los hombres y se ofreció al Padre. Contemplemos, ¡adoremos al Señor en nuestra oración! Acojamos con amor al Amor, nuestro Señor Jesucristo.
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.