Queridos amigos de Getsemaní, ¡paz a vosotros desde Jerusalén! Pronto será Navidad y la cita con esa noche, que ilumina todas las demás noches, ya se acerca. Normalmente cada año, al comienzo de la tarde en la víspera de Navidad, nos encaminamos desde Getsemaní para ir aBet-lehem(Casa del Pan). En este momento no hay peregrinos, todo es extraño, anómalo. Miro la luna, que está alcanzando su plenitud, y por un momento pienso en aquella Noche. Imagino a María y a José… al pequeño Niñito, a los maravillados pastores, aquel cielo estrellado: ¡la misma LUNA! Me viene a la mente san Francisco de Asís, vuelvo a Greccio: deseaba ver y tocar el acontecimiento sublime del Niño de Belén y las dificultades que debía haber vivido al nacer en una cueva. ¡Se crea un pesebre dentro de mí! Pero ahora, en esta noche, estamos AQUÍ delante de Él en el Pan del Cielo (Stmo. Sacramento), entre los mismos olivos, en este jardín en el que el Señor, en las últimas horas de su vida terrena, cumple el misterio de la Redención. Y es AQUÍ donde suda su preciosa Sangre, en aquella Noche, ''como'' ahora. Alzamos los ojos hacia nuestra amiga, testigo silenciosa, y dejamos que el Señor mismo nos cuente el misterio del que nos ha hecho partícipes: ''¡Si supierais cuánto os he amado y cuánto deseo que estéis a mi lado! ¡Me he dado todo entero por vosotros! Desde el Trono del Cielo hasta la oscuridad de la tumba... Lo he dado todo de Mí; para la alegría del Padre y por el amor que me une a vosotros, hijos creados a mi imagen y semejanza''. Demos gracias, intercedamos, invoquemos el perdón por el Amor no amado. Alabamos y restituimos sus dones con nuestra vida y en la simple cotidianidad.
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.