Queridos amigos de Getsemaní, paz a todos vosotros. En estos días de sufrimiento celebramos la Santa Misa cada día a los pies de la sagrada Roca que acogió las gotas de la Preciosísima Sangre que sudó nuestro Salvador y, en particular, cada jueves la Misa votiva, que hace memoria de la Agonía de nuestro Señor Jesucristo. Los que han estado aquí saben y lo conocen. Son días de gran prueba y desconcierto para todos, el tiempo parece detenerse en una pesadilla misteriosa y oscura. ¡Muchos de nosotros hemos sido tocados o quizá lo seremos por esta epidemia; arrancados de las relaciones familiares, sabemos que algunos mueren solos en el hospital o en sus casas... privados del afecto y de la cercanía de sus seres queridos y de acompañamiento espiritual ¡en este trance! Se respira la angustia en la más densa amargura de ser impotentes ante este azote. También la tecnología y la comunicación alcanzan su límite y emerge la fragilidad del hombre, quizá una mayor conciencia: ¡no está Dios! Además, sabemos y conocemos que muchísimos viven el malestar y el dolor de ser privados de la Eucaristía, “medicina de inmortalidad”. Quisiéramos estar a vuestro lado como una caricia que consuela el alma de muchas personas conocidas solo por el Creador, rostros que sabemos le gritan día y noche. Nunca como en este momento escuchamos el grito y el lamento de la humanidad que sufre. Percibimos el Getsemaní presente en todo el mundo, en aquellos que ahora rezan, luchan, sudan 'sangre'; en los que ahora sufren, en los que piden cercanía, en la oscuridad y en la soledad. Con este pensamiento-oración, como el Ángel que aquí en Getsemaní consoló a nuestro Señor, deseamos ser un 'puente' y llegar a cada uno de vosotros, desde el más pequeño hasta el más grande, para deciros que en ese 'Sí' que Jesús pronunció en este Lugar santo, en la ofrenda de su Vida, está todavía toda su fuerza divina y su decisión de permanecer a nuestro lado. Aún hoy Él repite “quedaos aquí conmigo” (Mt 26,38). Él no nos abandona a ninguno de nosotros. ¡Dejémonos tomar de la mano de Él con gran confianza! ¡Él sabe y conoce, alcanza a todos, a quien se considera en gracia y a quien piensa que no lo está... ha derramado su Sangre por todos nosotros! Sintámonos todos espiritualmente convocados AQUÍ a la Santa Misa. Dejémonos tomar de la mano de su gran Promesa: “No he perdido a ninguno de los que el Padre me ha dado” (cf Jn 18,9).Sentíos recordados desde este Lugar santo donde acogemos vuestras intenciones de oración y las ponemos sobre esta Roca de la Agonía, 'Altar sobre el mundo', invocando, por intercesión de María Santísima y de todos los ángeles y santos, la bendición del Señor sobre toda la humanidad.
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.