P.O.B. 186 9100101, Gerusalemme (Israele)

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    EL PODER DE LA DEBILIDAD

    Queridos amigos de Getsemaní, ¡paz a vosotros! 
    Este mes querría meditar con vosotros sobre la fuerza de la debilidad. Está claro que la debilidad, en sí misma, no es positiva pero, observada detenidamente a la luz de la fe, desde una perspectiva teológica, presenta un poder, una fuerza, que se irradia a otras dimensiones y que, de un modo admirable, nos deja sorprendidos. El Señor logra que, de una situación que nosotros consideramos negativa, en la que percibimos el mal y el sufrimiento, de ella ¡se extraiga un bien mayor! Este es el misterio del designio de salvación que Dios nos ha manifestado.En estos días estamos meditando los “Cantos del Siervo de Yahvé”, es decir, cuatro cantos que se insertan en el supuesto deutero-Isaías, (Is cc 40-55). Si tenéis ocasión de profundizar en ellos leyéndolos, serán una apropiada preparación para el misterio pascual al que nos encaminamos.Este misterio es grande… ¡immenso! y, si me escucho, noto que también yo tengo dificultades para acoger el modo de revelarse de Dios en este “Siervo” que entra en el sufrimiento. Para todos nosotros es evidente la referencia cristológica de estas profecías de Isaías: aluden a la Pasión del Señor, hablan de Getsemaní, del “Hombre de dolores” (cf. Is 53). Esta es la modalidad que ha elegido Dios para entrar en nuestra humanidad y en ella, paradójicamente, manifiesta su forma de reinar. El Señor Jesucristo AQUÍ, en este jardín que ha visto su Pasión, alcanza a todo hombre, a toda situación, y toma de la mano a cada persona y desde la lejanía la lleva a casa. Recemos para que el Señor nos conceda la fuerza de permanecer junto a Él. Que se cumpla también en la Iglesia y en nosotros lo que dice san Pablo: “Por eso, me alegra el sufrimiento que soporto por vosotros y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su Cuerpo que es la Iglesia” (Col 1, 24).”
    ¡Feliz Cuaresma!

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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