Queridos amigos, ¡paz a vosotros desde el Jardín de Getsemaní!
Ya hemos entrado en el tiempo fuerte: el Adviento. ¡Es un tiempo muy especial en el que estamos llamados a contemplar el misterio de la Encarnación, en el esplendor de la noche de luna llena, en la que el Hijo de Dios se hace carne y elige convertirse en uno de nosotros, habitar entre nosotros! Esto es maravilloso y excede nuestra pequeña capacidad de comprender plenamente este acontecimiento. ¡Si lo conociéramos plenamente, ya no sería un misterio!
También AQUÍ en Getsemaní Dios manifiesta el misterio de la divinidad en nuestra humanidad. Lo que intriga y fascina es el modo de hacer de Dios, su obrar. En ambos iconos, el de la Encarnación y AQUÍ, en el Jardín de la obediencia, hay paradojas: Dios, el Creador de todo, actúa, pero lo hace en el silencio. Los hombres, los "poderosos" de este mundo, no se dan cuenta, pero la creación, la estrella y algunos sabios paganos, vienen a 'inclinarse' para contemplar la venida del Mesías Rey. Y también: el rey Herodes y otros ‘sabios' permanecen en su monótona y ‘helada’ cotidianeidad, mientras que algunos insignificantes pastorcitos se mueven en el frío de la noche con una luz de ángeles que los habita y los mueve por dentro y les repite: "encontraréis un Niño, el Salvador del mundo" (Lc 2, 12ss).
Todo para ellos, en el exterior, parece igual, pero lo que los mueve por dentro es diferente: ¡es un fuego interior que viene de Dios! Podríamos seguir con el ejemplo de María y de José, de Isabel y de Zacarías, de Simeón y Ana... Todo esto nos cuenta la manera que ha elegido Dios Padre de ‘escribir’ la historia en la humanidad de una vez para siempre. El Altísimo ha elegido llevar a cabo su designio de salvación y lo hace en lo escondido y en el silencio. ¡Lo ha querido y puede! Con sus palabras podemos decir que lo ha querido así "para confundir a los sabios y revelarse a los pequeños" (Cf. Mt 11, 25).
En este mes, en nuestra oración, en la adoración a Él, contemplamos cómo AQUÍ en Getsemaní ese "SÍ" de Jesús al Padre sucedió en la "soledad" y en la vida oculta. ¡Es la misma forma de actuar utilizada en los otros misterios! AQUÍ en Getsemaní, incluso sus apóstoles dormían misteriosamente… Pero el Amor del Señor no cesa… “Las grandes aguas no podrán apagar el amor” (Ct 8,7). ¡Este es el Jardín de la obediencia! Por eso, estamos convencidos de que aún ahora el Señor busca otros hijos que puedan repetir con Él el "sí", para llevar a cabo su designio de salvación. ¡Ayudémosle!
¡Buen camino de Adviento y feliz Navidad!
