Queridos amigos, ¡paz a todos vosotros desde Jerusalén! En estos días el Señor a través de su Palabra nos invita a entrar en la puerta estrecha (Lc 13,24). En otro contexto será Él quien diga "Yo soy la puerta..." (Jn 10,7-9). Las referencias en el santo Evangelio son siempre densas en significado y en Él, lugares, espacios y nombres se personifican. Especialmente el evangelista san Juan como el cantor de la Verdad habla de todo esto como un "espacio cristológico", que remite claramente a Él, al Señor. Los términos utilizados por san Juan son simbólicamente extraídos de la realidad física, pero remiten a Jesús, que es el nuevo Templo (Jn 2,21), es el Agua viva (Jn 4,10-14), es la Puerta (Jn 10,9), es la Luz del mundo (Jn 9,5), quien lo sigue tendrá la Luz de la vida (Jn 8,12), no permanece en las tinieblas (Jn 12,46) y quien sigue la verdad viene a la Luz (Jn 3,21), estos son solo algunos ejemplos. Aquí en este Jardín seguimos descubriéndole no solo como el Cordero manso y humilde que se deja capturar y atar (Jn 18,12), sino que contemplamos también al Pastor verdadero... "que da la vida por sus ovejas" (Jn 10, 11). En efecto, Juan nos dice que el Señor se presenta dos veces al grupo de soldados escoltados por el traidor Judas Iscariote y pregunta: "¿A quién buscáis?". Respondieron: "A Jesús, el Nazareno". Jesús replicó: "Os he dicho que soy yo. Por tanto, si me buscáis a mí, dejad que estos se vayan". Para que se cumpliera la palabra que había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me has dado" (Jn 18, 7-9). ¡Es sorprendente descubrir al Señor con tanta presencia y autoridad, es el verdadero Custodio que defiende a los suyos! Es realmente nuestro Escudo y Baluarte... nuestro Defensor (cf.Sal 17). Aún hoy, como buen samaritano, sale al encuentro de nuestra humanidad herida, nos invita a ser testigos de su inmenso amor... de los pequeños samaritanos en la realidad en la que Él nos ha puesto. Demos gracias en nuestra pobre oración a Dios Padre, que nos ha dado a su Hijo Unigénito, devolvamos esta gracia con nuestra vida, en el silencio adorante del único Dios verdadero.
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.