Queridos amigos de Getsemaní, ¡paz a vosotros desde Jerusalén!
En este primer jueves de septiembre, os invitamos a haceros pequeños y a ser oración incesante por la humanidad que está herida por la injusticia, por las calamidades naturales y está aún marcada por el sufrimiento de esta pandemia que parece mutar de rostro constantemente. “Hacernos pequeños..." decíamos... con la gran confianza de que Dios acoge con solicitud nuestra súplica.No pretendemos cosas extraordinarias sino simplemente lo que vivimos, lo vivido cotidianamente: nuestras alegrías, sufrimientos, cuando amamos, esperamos... o cuando nos esforzamos, cuando rezamos: ofrecer todo a Dios. Puede parecer pequeño y quizás inadecuado ante las múltiples necesidades de la humanidad. Pero si lo vivimos en la justicia y en la fe esta pequeñez nuestra puede unirse al acto supremo y divino de la Redención que nuestro Señor Jesucristo realizó una vez para siempre. El bien y el amor están "unidos" a la sabia acción de Dios que obra y ve en lo escondido. ¡Cada uno de nosotros puede colaborar, aun en el límite de su propio obrar, en la infinita y perpetua acción redentora de Jesucristo!¡Vivamos todo esto con la gran esperanza y conciencia de que es una oración preciosa acogida por Dios Padre en comunión con su Hijo! También nosotros un día, cuando Dios quiera, compareceremos ante Él y podremos decir tímidamente: "He aquí, Padre, este es el don que Tú me has dado, este amor es fruto del Amor de tu Hijo, acoge mi pequeña parte".
Desde este jardín unámonos a la oración del Señor: que su Amor crezca, se multiplique, alcance a toda la humanidad.
¡Que el Señor os bendiga!
