Queridos amigos de Getsemaní, ¡paz a vosotros desde Jerusalén!
En esta semana “entramos” en la Pasión-muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Este es el misterio de nuestra Redención, es el corazón de nuestra fe, es el anuncio que los primeros discípulos del Señor han sabido contar y custodiar con ardor del corazón y llenos de gratitud: ¡La Promesa antigua de Dios se ha hecho realidad en Jesús, el Cordero inmolado, Él es nuestro Rey que nos ha salvado, es el Resucitado! ’Es increíble la manera de hacer de este nuestro Rey, diferente a todos los demás reyes de este mundo. De hecho, todos nosotros tenemos a menudo la tendencia de acogerle a Él, su forma de actuar, que es selecta, "de acuerdo a nuestros gustos e intereses", es decir, de un modo simplemente humano, ¡con una lógica que es de este mundo! En efecto, quisiéramos que hiciera justicia con su fuerza, con sus poderes, pero el Señor es el Cordero, dulce y manso. Me impresiona mucho cómo, en su Pasión, de una manera progresiva habla cada vez menos y cada vez más vive lo que dijo de sí mismo... del Siervo de Dios (Is 42,1-7; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Nosotros tenemos dificultades para acoger todo esto. Pensemos sólo un momento: Jesús, en el plazo de 18 horas, pasa de una manera drástica de estar perfectamente sano, vivo e íntegro a ser masacrado, chorrear sangre... ¡Muere y es enterrado en una tumba! Estas cosas se ‘escapan’ de nuestro modo de pensar, percibir el presente o el futuro de la persona amada, nosotros ante todo esto escapamos y nunca somos capaces de aceptar el misterio del sufrimiento, de la enfermedad y de la muerte!¡No encuentro respuesta sino en la razón profunda de que nosotros no estamos hechos para morir, Dios nos ha creado para la alegría, para estar eternamente vivos con Él, el pecado de nuestros padres nos llevó a la muerte! Y he aquí que para salvarnos, para llevarnos a la vida eterna, Jesús tuvo que tomar el pecado del hombre sobre sí mismo, ha conocido esta fatiga, como verdadero pero perfecto hombre, con determinación ha realizado la obra deseada por el Padre: ¡la Redención de toda la humanidad, verdadero hombre pero también verdadero Dios! ¡De igual forma, aunque de modo diferente, participa en la obra de la Redención María Santísima!¡El Misterio Pascual, visto desde la perspectiva humana es un fracaso, una decepción, un drama impactante para todos! Pero contemplado desde una óptica de fe es el camino "necesario" para nuestra salvación, según el proyecto y el pensamiento de Dios.Dejémos que el mismo Señor nos cuente cuánto nos amó... Dejémonos alcanzar por su mirada llena de amor. ¿Qué nos diría? Dejemos que Él nos enseñe, con su modo de hacer, con su Amor infinito manifestado por todos nosotros. Correspondamos a este amor con la ofrenda de nuestra vida, en sinceridad, tal como somos, en nuestra pequeñez. Miremos la luna llena de esta Noche santa, madre de todas las noches: ¡esa misma luna que han mirado sus ojos!Os recordamos de estos santos lugares donde el Señor nos ha redimido, los besaremos también por todos vosotros. Contemplemos, saboreemos este "Amor que las aguas torrenciales no podrán apagar" (Ct 8, 7); correspondámosle en silencio y en la concreción de nuestra vida.
¡Feliz Pascua en el Señor!