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    “HAN LAVADO SUS VESTIDURAS EN LA SANGRE DEL CORDERO”

    ¡Queridos amigos de Getsemaní, el Señor os conceda su Paz! 

    En este tiempo cuaresmal estamos invitados por el Señor a intensificar la oración con vistas a la Pascua, culminación de nuestra fe.¡El primer jueves de abril será, en efecto, Jueves Santo!Desde este lugar santo, al que todos estamos convocados, nuestra oración adquiere fuerza y significado en la oración del Señor: le ayudamos en el misterio de la Redención. ¿Cómo? Ciertamente no en base a nuestras fuerzas y capacidades, sino invocando su preciosísima Sangre, que esta sagrada Roca acogió en su "palma". Me recuerda un episodio muy conocido: la liberación del pueblo elegido de la esclavitud de Egipto, el memorial de la Pascua (Ex 12). Cada familia de Israel tenía que derramar un poco de la sangre del cordero en las jambas de la puerta. Esta era la señal para el ángel de la muerte que, al verlo, no se detendría, sino que pasaría de largo, salvando al pueblo del Señor (Ex 12, 7-13). También en este relato sagrado encontramos: 1) el pueblo amenazado y sometido; 2) el mal representado por el Faraón de Egipto; 3) Dios que libera y salva; 4) a través de la sangre del cordero.
    No hacen falta grandes teólogos para intuir la fuerza de cuanto AQUÍ Nuestro Señor Jesucristo, Cordero inocente, realiza con su consentimiento al Padre: "hágase tu voluntad" (Lc 22, 42). ¡Es la verdadera Pascua!Me pregunto junto a vosotros: ¿qué significa este ‘signo' de la sangre derramada en las jambas de las puertas? ¿Es una referencia física en sentido estricto? ¿Son las puertas de nuestras casas de las que entramos y salimos? ¡Sería una interpretación demasiado simplista! Encuentro consolador un pensamiento: las jambas, las puertas en las que debe ser derramado el ‘signo' de su Sangre, somos cada uno de nosotros. ¡Es el "vestido de nuestra alma", blanqueadas por la Sangre del Cordero! (Ap 7, 14). Es nuestra frente, nuestro corazón, nuestros hombros, en el signo de la única cruz que nos salva. Y es como si el Señor Jesús nos dijera de nuevo: "Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, por tu salvación, por vuestra salvación, ...escucha mi voz" (Jn 18, 37).
    Como reza una hermosa oración, en este mes especial invoquemos su don sublime y digamos: "He aquí que te acojo, oh Sangre de mi Jesús, y te derramo sobre la Iglesia, sobre el mundo, sobre los pecadores, sobre el purgatorio..." sobre toda la humanidad.

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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