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    LA GRAN FUERZA DE LA FE

    Paz a vosotros, queridos amigos del Jardín amado por el Señor.
    En este mes deseamos orar con vosotros al Señor para crecer en la mirada de fe que Él nos ha revelado AQUÍ. Todos nosotros, en la mayoría de los casos, nos vemos obligados a evaluar, observar, decidir y actuar de acuerdo con nuestras ideas y cálculos humanos, a menudo privados de la luz que nos viene del encuentro con Dios. ¿Visión humana o visión divina? ¡Reconozcamos que no es tan fácil hacer un discernimiento justo pero que es un don que hay que pedirle al Señor!
    San Ignacio de Loyola de hecho rezaba así: "Concédeme, Señor, actuar como si todo dependiera de mí, sabiendo que todo depende de Ti". Debemos utilizar el don del libre albedrío que el Señor nos da con toda nuestra responsabilidad, confiando y obedeciendo al Padre, con esa "esperanza llena de inmortalidad" de la que habla la Escritura (Sab 3,4).
    Si contemplamos lo que sucedió en este Jardín, vemos al Señor que busca con todas sus fuerzas (mente, corazón, alma) el diálogo con el Padre, confiando y aceptando la voluntad paterna como voluntad suprema, totalmente celestial; esta obediencia divina pasa a través de su humanidad y lo lleva a ser "quebrantado" (aplastado) por el peso que está cargando sobre sí: ¡el pecado del mundo! ¡Es el drama de Getsemaní, en el que si Jesús no estuviera sostenido por la gran confianza en el Padre no habría dado su vida por nosotros! Habría huido.
    En efecto, la triple oración (signo de plenitud) que Jesús vive en esta Roca, narra a cada hombre que la escucha y a cada uno de nosotros la entrega de sí al Padre. A través de Él, también nosotros, si lo queremos, podemos adherirnos a la voluntad del Padre y confiar en Él. Jesús sabía que su "Sí" sería la mano de Dios tendida a cada hijo necesitado de ser salvado y cumplió lo que era necesario. El Señor es el Eterno y ve en el tiempo a cada hijo que tiende las manos hacia Él, es Padre y se alegra de tenernos con Él, unidos para siempre en el Amor Trinitario.
    Por intercesión de María Stma. oremos y no nos cansemos de pedir al Señor también el don de la paz, que inevitablemente debe partir de nosotros mismos, de nuestro corazón, de donde vivimos, para luego irradiarse al cuerpo, a los miembros y a todo el mundo.El Señor os bendiga

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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