Queridos amigos de Getsemaní, el Señor os conceda su paz. Para nosotros, los frailes franciscanos, el inicio del mes de octubre se abre con la solemnidad de San Francisco de Asís (4 octubre). ¡Percibimos siempre una invitación a ser portadores de paz y alegría a pesar de las vicisitudes llenas de contradicciones que nuestro tiempo lleva consigo, tenemos confianza y la gran esperanza de que el Señor no nos abandona nunca! En este mes os queremos compartir este cuadro en lienzo hecho por "L. Morgari (Venecia 1853)", que se encuentra en nuestra sacristía y que representa a Jesús que, por voluntad divina del Padre, es consolado por el Ángel. De este encuentro a menudo no se habla mucho por motivos obvios, la atención se pone en la oración de Jesús: "Padre, ¡aparta de mí este cáliz! Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Entonces se le apareció un ángel del cielo para consolarlo" (Lc 22,42-43). Nosotros, viviendo aquí, en contacto con esta Roca, aún percibimos una invitación misteriosa y sentimos la fascinación y el paso de este Ángel. Jesús pide al Padre que aleje el cáliz, es el cáliz de la amargura y, como nos revelan algunas fuentes místicas, es también la conciencia de que el sacrificio de su vida habría valido solo para una parte de la humanidad... ¡no todos lo habrían acogido! ¡Imaginemos el dolor punzante que siente el Señor! Al mismo tiempo, tales fuentes afirman que el Ángel le consuela mostrándole todos los nombres y rostros de aquellos que le serían fieles y que le habrían acogido, amado y seguido, y esto fue como una pequeña dosis de medicina infundida en sus venas para devolverle su tono y función. Cada uno de nosotros fue para Él fuerza, vida que vuelve, luz que retorna; ¡de aquí la intuición del pintor: el ángel entrega al Señor el cáliz con el consuelo que atenúa la amargura de la inutilidad de su sacrificio por muchos: nuestros nombres! Renovemos en nuestra oración este consuelo, permanezcamos junto al ángel de la consolación y démosle a Jesús nuestra fidelidad. Convirtámonos también nosotros en "ángeles vestidos de carne" a su lado, mostrándole nuestro amor en la "liturgia de la vida" cotidiana, para que de nuestra parte todo pueda ser una ofrenda al Dios vivo (Rm 12,1). El Señor os bendiga
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.