P.O.B. 186 9100101, Gerusalemme (Israele)

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    SEÑOR, QUÉDATE AQUÍ CONMIGO

    Queridos amigos de Getsemaní, ¡el Señor os conceda su paz! 


    Este mes deseo compartir con vosotros una luz que el Señor me ha ‘regalado’ y que aún la percibo llena de amor, y cuando pienso en ello, todavía me conmueve. Estoy convencido de que no es solo para mí. Estaba celebrando la misa votiva de Getsemaní, y se había sumado un pequeño grupo de mexicanas que viven en América. Después de explicar a los peregrinos el Evangelio típico de Getsemaní, en el que el Señor expresa su deseo a los discípulos de siempre: "Permaneced aquí conmigo, orad y velad conmigo" (Mt 26,38.41), deseaba dar una última palabra, pero era el momento culminante, en el que acabábamos de recibir el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Había silencio y un recogimiento orante! Y fue precisamente en ese momento que me encontré como un niño rezando en silencio: "¡Quédate aquí conmigo, Señor!". Una emoción me sobrecogió y una cierta conciencia… “Este es absolutamente el momento más íntimo, en el que los hijos podemos pronunciar su Palabra y hacerla que se convierta en oración, petición y acción de gracias: "¡Quédate aquí conmigo, Señor!" ¡Su deseo en nosotros, y nuestro deseo de Él!

     

    Estoy convencido de que son múltiples las ocasiones en que cada uno de nosotros puede repetir esta oración: desde el niño que tiene miedo de estar solo por la noche al anciano abuelo que se encuentra al final de sus días, listo para pasar a la vida verdadera en la eternidad. O desde la joven que, emocionada y toda preocupada, junto a su marido se acaricia la barriga lista para entrar en la sala de partos... a la novia que se encuentra emocionada de dar el paso hacia el altar para pronunciar con su esposo ese "¡Sí, para siempre!"… “Señor, ¡quédate con nosotros!" Así, del mismo modo, el que se encuentra huyendo de su país en busca de un futuro mejor, como también el que está sufriendo hambre y frío bajo las bombas: "¡Señor, quédate aquí con nosotros! ¡Protégenos!"

     

    Esta oración y deseo de Cristo pronunciados en este Jardín nos 'visita' a cada uno de nosotros, en el lugar en el que nos encontramos, tal como estemos. Nos toma de la mano y nos hace salir de nuestras soledades, que a menudo nos 'muerden' y hacen sangrar el alma creada por el Eterno. Desde el 'jardín' más visitado por Dios, nuestro corazón, elevemos juntos esta súplica, este deseo del Amor que desea ser amado, y digamos por toda la humanidad, con toda la Iglesia: "¡Quédate aquí con nosotros, Señor!”

    El Señor os bendiga

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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