Es en el jardín donde el Creador abre una herida en el costado del hombre para darle la alegría de la relación:
la mujer. Fue en el mismo jardín donde el hombre y la mujer, engañados por el divisor, abrieron una herida
mortal para toda la humanidad, a través de la desobediencia a la Palabra de Dios, el hombre traiciona a su
Señor, no respetando lo que Él le había pedido. Es en este jardín de Getsemaní donde el hombre herido es
buscado por Dios: "¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno. "¡Soy yo!". Es la misma, dolorosa y apasionada
pregunta de quien ama a su criatura y la busca: "¿Dónde estás?" (Gn 3,9). Es Dios mismo, en el Hijo Unigénito,
el que viene a nuestro encuentro como médico de las almas para ofrecerse en un místico intercambio: "Les
preguntó de nuevo: '¿A quién buscáis?'... 'Jesús, el Nazareno'. 'Si me buscáis a mí, dejad que estos se vayan'.
Para que se cumpliera la palabra que él había dicho: No se ha perdido ninguno de los que me has dado" (Jn
18,4-9). Sigue siendo en este jardín de la obediencia donde la humanidad herida, una vez más mordida por el
veneno antiguo, se engaña a sí misma con el hecho de que se pueda realizar la manifestación del Mesías de
una manera humana, entregando el manso Cordero a quien está lleno de envidia y mentira. La señal será un
beso, el Señor se deja atar... y se 'unirá' para siempre a nuestra humanidad por el don de la vida (Mt 26,47-50;
Jn 18,12).
Será siempre en un jardín donde, de la herida del costado de Cristo, nacerá la nueva creación de los hijos de
Dios; se cumplen las Escrituras: el Cordero inmolado ha venido a salvarnos, "sus heridas nos han curado" (Is
53, 5). Será el Resucitado quien nos invite a 'tocar' esta herida para creer verdaderamente en Él (Jn 20,26-27),
comprender que su oceánico amor es real, un amor infinito que nos repite para siempre: "Yo estoy con vosotros
hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).
Jardín, herida, traición, la debilidad de los apóstoles, el engaño de la humanidad herida...en cualquier lugar que
nos podamos encontrar, dejémonos alcanzar y dejémonos mirar y llamar por nuestro nombre, dejémonos 'tocar'
por la Luz del amor infinito de Dios: ¡Jesucristo, nuestro Señor! 'Heridos por el Amor herido', invoquemos esta
gracia para toda la humanidad necesitada de Dios, del Príncipe de la paz, oremos especialmente por los que
siguen sufriendo y están aún en la oscuridad de la prueba.
Feliz Pascua
Hora Sancta
Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.